Nelson Pizarro Contador (74) nació en Illapel, Región de Coquimbo. Su padre fue administrador de un campo donde producían queso de cabra. Buscando mejores horizontes, partió con su esposa a Chuquicamata, donde desempeñó tareas administrativas. Luego retornaría a Illapel para reencontrarse con sus parientes. Ahí nació Nelson Pizarro, séptimo de siete hermamos. Pronto la familia seguiría camino para radicarse en Quillota.
Nelson Pizarro estudió en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. “Siempre azul”, exclama. Su trayectoria supera los 50 años, con logros que son reconocidos en toda la industria. “Padre minero” y “manos de tijera” son algunos de los apelativos que reflejan su carácter, forjado desde la década del 60, en Lota. Luego dejó su huella en Disputada de Las Condes, Los Pelambres, Andina, Chuquicamata y Lumina Copper, entre otras, hasta llegar a la presidencia ejecuta de Codelco.
Club de Yates Algarrobo. |
- ¿Dónde se imagina en dos, cinco o diez años más?
- Creo que ya he hecho todo lo que tenía que hacer, pero bueno, me enganché acá y voy a perseverar hasta que sea compatible con la vida nomás.
- ¿Y luego?
- A navegar.
- ¿Tiene su bote?
- Tengo un bote, grande, de 48 pies. Hace muchos años que empecé a entusiasmarme con la navegación.
- Buen yate.
- No es yate, es bote. El yate funciona con velas. El bote, con motores. Nunca logré tener una tripulación estable. Empecé a navegar con vela, pero mis niños tuvieron otras aficiones. Mi hijo mayor es motoquero, mi hijo menor es un mecánico superlativo y las tres niñitas mías… Una niñita me acompañó siempre, y de mis nietos, hay uno o dos que les gustó este asunto, pero tienen 14 años. O sea, ya estoy viejo para andar moviendo velas. Por eso compré un aparato en que yo pueda disfrutar sin depender de nadie.
- ¿Y su ciudad preferida es…?
- Supongo que Algarrobo. Tengo un departamento al lado de la cofradía náutica-. Y bromea: “Voy a ir con una silla de ruedas los últimos cien metros y me subiré al bote”.
- ¿Y cómo le va con la pesca?
En ese momento despierta su “niño interior”. Saca el celular y aparecen fotos con suyas, de pie en un embarcadero, sosteniendo un pez sierra de un metro. Sobre la madera del pequeño muelle, a otros 10 ejemplares del mismo tipo. “Mire… ¡Parece que bien!”.
Basado en artículo publicado en abril de 2016 en Revista del Cobre.
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