Ejecutivos, expertos, dirigentes y académicos nos ayudaron a constatar el nivel de sintonía entre la estrategia de desarrollo de este rubro y la esperada Agenda Energética de la Presidenta Bachelet. Todos coinciden en un aspecto clave: “ver para creer”.
Por Alfredo Galleguillos Castro
Urgente y ambiciosa. Sobre todo, un desafío enorme. Estas son características que destacan en el sector minero cuando se pone sobre la mesa la Agenda Energética de la Presidenta Michelle Bachelet. Desde los accionistas en Suiza, Australia o Canadá hasta los operadores de grúas en los rajos del Norte Grande comprenden que el desarrollo de la actividad depende de una mayor disponibilidad de suministro eléctrico y, sobre todo, de precios competitivos.
El gestor de la nueva política eléctrica es Máximo Pacheco Matte (PS), quien tras aceptar el cargo de ministro de Energía ha articulado una agenda basada en acuerdos básicos entre los distintos actores asociados a la energía: desde generadoras, transmisoras y distribuidoras, hasta consumidores, ambientalistas y comunidades, pasando por investigadores y académicos. Una característica marcó todo este trabajo. La premura. “Hay que recuperar el tiempo perdido”, insistió el ministro.
El sector minero observa con expectación el porvenir de los anuncios. En forma reiterada, dirigentes gremiales y ejecutivos se han referido a la merma en el atractivo de nuestra economía para concretar nuevas inversiones, por una serie de factores entre los cuales la energía es decisiva. “La agenda, de ser exitosa, debiera tener una influencia positiva en los proyectos mineros en estudio, en la medida que logre bajar los altos costos de la energía eléctrica, que son, por ejemplo, 85% mayores que en Perú”, dice uno de los especialistas entrevistados.
“Me parece positivo que esta agenda sea fruto del trabajo participativo de distintos actores relevantes, donde ha habido espacio para el diálogo y la exposición de las diversas posturas. Esperamos que efectivamente esta agenda contribuya a destrabar las inversiones, promover la entrada de nuevos actores, ampliar la matriz, dar seguridad energética al país y a la baja de los costos de la energía, lo que es clave para el desarrollo futuro de la minería y de Chile”, comenta Jorge Gómez, presidente ejecutivo de Minera Collahuasi.
Hugh Rudnick es consultor en asuntos energéticos, profesor titular de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Católica y ex integrante la Comisión Asesora para el Desarrollo Eléctrico (CADE). A poco andar la administración actual, el ministro Pacheco recibió su compromiso para colaborar en la nueva hoja de ruta.
En conversación con nuestra revista, Hugh Rudnick destaca la propuesta energética de Bachelet, especialmente su carácter “transversal”. Su preocupación se enfoca en un aspecto no menor. “El desafío del ministro es ejecutar la agenda y mantener los mismos grados de adhesión”, sostiene.
Participación y planificación
Rudnick tiene razón. La nueva política energética propone aprobar en el parlamento nada menos que 11 proyectos de ley y tramitar otros 18 reglamentos, entre otras medidas de tipo regulatorio. Todo esto deberá ser elaborado por el Ministerio de Energía durante estos cuatro años, un plazo bastante acotado y que, además, enfrentará los vaivenes típicos de periodos electorales. Por ello la misión es acelerar. Ya está en marcha el trabajo de varias comisiones asesoras que elaborarán los proyectos de ley de Transmisión Eléctrica, Regulación del negocio de la distribución de gas natural y de licitaciones de suministro. “Al Estado le interesa que los proyectos se hagan, pero que se hagan respetando la ley”, ha afirmado el titular de la cartera.
El Consejo Minero coincide en la necesidad de acelerar el paso. Al evaluar la propuesta gubernamental, su presidente, Joaquín Villarino, destaca que “el documento parta por señalar, con sentido de urgencia, que se busca una reducción de precios de la electricidad”.
Para Villarino, la agenda es un buen ejercicio de discusión participativa. “Es un conjunto amplio de medidas, con metas y plazos, que por cierto no puede representar cabalmente a ninguna de las partes. Sin embargo, contenidos importantes del documento resultan valorables desde la perspectiva de la gran minería”. En diálogo con Ingenieros del Cobre & Minería, Tomás Morel, gerente de Estudios de Consejo Minero, precisa que “nos parece importante el trabajo asociativo con las comunidades. En la industria minera hemos recorrido un largo camino en estas materias y estamos trabajando para seguir avanzando”.
“Sin duda que las comunidades seguirán oponiéndose a los proyectos energéticos que no sean respetuosos de sus necesidades de desarrollo. Es más, el hecho que tal proyecto sea consistente con la agenda, no quita que las comunidades u organizaciones puedan oponerse y judicializar su realización. La real voluntad del gobierno en este punto se verá más adelante, como orquestador de acuerdos y consensos que permitan la realización de proyectos concretos, en comunidades específicas”, afirma el investigador Carlos Silva, del Centro de Innovación en Energía de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Este contexto gatilla el apoyo de las mineras a la propuesta de legislar sobre planificación territorial. “Nos parece importante que se debe reforzar el concepto de planificación en el sector y se debe profundizar su implementación por parte del Estado en conjunto con los distintos actores del sector”, declaró el Colegio de ingenieros tras el anuncio de la agenda.
Más competencia, más protagonismo
Las mineras también comparten el diagnóstico del ministro Pacheco sobre el mercado eléctrico, específicamente en cuanto a escasez de actores en generación y la falta de competencia en este segmento. Para Tomás Morel la insuficiente competencia ha producido que las licitaciones de clientes libres terminen desiertas o con precios muy elevados. Aun cuando no es el único factor, la falta de incentivos “es relevante pues ha conducido, por una parte, a que existan barreras de entrada para el ingreso de nuevos actores, y, por otra, a la falta de dinamismo en el desarrollo de centrales generadoras”.
Varias mineras han tomado la decisión de entrar directamente al negocio de la generación y construir centrales que les permitan autoabastecer sus faenas. “La gran minería del cobre, como un importante consumidor energético, tiene una gran responsabilidad en ir orientando el desarrollo de la infraestructura eléctrica del país. Un solo gran proyecto minero puede gatillar la inversión en una planta de generación eléctrica, como se ha demostrado en varias oportunidades en el Norte Grande”, dice el consultor y académico de la UC.
El primer anuncio de envergadura en esta dirección lo dio Antofagasta Minerals, que el año pasado anunció su asociación con AES Gener en el desarrollo de la central hidroeléctrica Alto Maipo (531 MW), en el Cajón del Maipo. Con un 40% de la propiedad del proyecto, el brazo minero del Grupo Luksic aseguró en el acuerdo hasta 160 MW de potencia para su mayor operación: Los Pelambres.
Previamente, el Grupo Luksic ya participaba en otros dos proyectos de generación. Uno de ellos es la Central Termoeléctrica Hornitos (CTH), que está ubicada en la II Región y donde posee el 40% de la propiedad. El 60% restante es del grupo GDF Suez. También posee el parque eólico El Arrayán (US$ 270 millones), ubicado en la IV Región, que estará operativo en 2014.
A su vez, BHP Billiton adjudicó a fines de mayo el suministro de GNL de largo plazo para su central de ciclo combinado Kelar (517 MW), pensada esencialmente para alimentar a Minera Escondida. Será la española Gas Natural Fenosa la que entregará este combustible con la puesta en servicio y entrada en operación comercial de Kelar, programada para 2016.
Po su parte, Codelco posee entre sus objetivos de corto plazo para optimizar un abastecimiento energético competitivo concretar el llamado de licitación para construir y operar Luz Minera. Se trata de un proyecto de US$ 758 millones y que generará 760 MW que estarán preferentemente a disposición de los proyectos de la estatal para tener tarifas más competitivas.
Salvavidas de GNL
Otro punto de convergencia con la agenda es aquel que postula reducir la generación con petróleo diesel y bajar costos marginales en el corto plazo, para lo cual se fomentará el uso de capacidad disponible de terminales de GNL y de centrales preparadas para usar este combustible. “Es una medida que también respaldamos”, enfatiza el gerente de Consejo Minero.
“Las metas de disminuir costos marginales y precios de licitaciones son ambiciosas”, advierte Hugh Rudnick. Pero sostiene que es perfectamente factible, independiente de las condiciones futuras de hidrología, si se logra reemplazar diésel por generación en base a gas. En este aspecto, destaca que el rol que se asigna a Enap para facilitar el acceso a mayores volúmenes de este combustible.
De hecho, la Agenda Energética compromete el apoyo del gobierno a la tramitación de los proyectos de generación incorporados hasta abril en el plan de obras de la CNE. El plan comprende iniciativas ERNC, de GNL, hidroeléctricas y carboneras. “La realización de estos proyectos debería descomprimir la falta de oferta energética. Sin embargo, el impacto más evidente se vería en el SIC y no en el SING”, manifiesta Carlos Silva.
No obstante, los especialistas llaman a apostar con cautela por el GNL como opción para un suministro eléctrico seguro y barato. “Yo sería muy cuidadoso en proyectar un crecimiento de la infraestructura de generación en base a GNL, más allá del uso de la capacidad subutilizada, porque implicaría mayores precios de la electricidad que los alcanzables con hidroelectricidad y carbón”, advierte el académico de Ingeniería Eléctrica de la UC.
Consumo versus producción
La eficiencia energética es clave en la agenda energética, particularmente en los grandes consumidores. Ya hay metas planteadas por la autoridad, buscando una reducción de 20% en el consumo proyecto al final de la década. Y uno de los sectores llamados por el ministro Pacheco Matte a optimizar su gestión eléctrica es el minero.
Hugh Rudnick apoya esta medida y afirma que la minería puede recortar su consumo eléctrico y convertirse en el aliado que el ministro Pacheco busca demostrar que se puede “desacoplar el crecimiento económico del crecimiento en el consumo energético”. Cita un estudio comparativo del profesor Álvaro Videla, del Departamento de Ingeniería de Minería de la UC, que indica que una planta de producción chilena necesita del orden de 25 kWh por tonelada de material procesado, mientras el consumo promedio en otros países mineros con plantas de similares dimensiones es al menos 10% más bajo.
“Un programa agresivo en este sentido permitiría evitar la construcción de 2.000 MW de generación térmica”, expresa el investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez, basado en datos del Ministerio de Energía.
Según cifras de Cochilco, el consumo de energía total en la minería del cobre se ha incrementado un 59% en el período 2001-2011, mientras que el aumento de la producción de cobre fue de un 11% en el mismo período de tiempo. El problema podría agravarse con eventuales restricciones de acceso al agua para procesos productivos, lo que obligaría a la industria a un uso intensivo de plantas de desalinización, agregando un consumo energético importante.
Ánimo colaborativo
Esta conclusión es refrendada por el presidente ejecutivo de Consejo Minero. Joaquín Villarino asevera que los objetivos planteados en cuanto a eficiencia energética “son exigentes, sobre todo para un sector como la minería que enfrenta factores exógenos adversos, como la baja en las leyes del mineral, la mayor dureza de la roca y el consumo energético necesario para desalar e impulsar agua de mar”.
Pese a lo anterior, el dirigente manifiesta que como sector están disponibles para “asumir el desafío planteado de realizar auditorías energéticas independientes, que permitan detectar brechas de eficiencia que deriven en planes de acción”.
A nivel de intenciones, el balance general es positivo. Pero se entiende que la verdadera historia todavía está por escribirse.
Publicado en:
Junio 2014
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