martes, 30 de septiembre de 2014

SEGURIDAD ACTIVA

La estrategia actual consiste en focalizar y potenciar los recursos del Estado y del sector privado para disminuir los riesgos. El objetivo es alcanzar un nivel lo más cercano a la accidentabilidad cero.


Por Alfredo Galleguillos C.



El pasado 19 de junio se conmemoraron exactos 70 años de uno de los hitos más importantes, dramáticos y transformadores de la historia de la seguridad minera. “La tragedia del humo”, como todo “viejo” la recuerda, es considerada la mayor catástrofe de la minería metalífera. También, se convirtió en la señal de advertencia más cruda y estremecedora que un país pueda recibir.

“El Humo marcó claramente un antes y un después en la minería, especialmente, en la importancia de la gestión de seguridad al interior de cada faena. Hoy no existe empresa que no tenga incorporada en su estrategia operacional una política que enfatice la prevención de accidentes y, adicionalmente, las enfermedades ocupacionales”, señala la doctora María Elisa León, gerente de Investigación y Desarrollo en Seguridad y Salud Ocupacional de Mutual de Seguridad.

Las mutualidades cumplen un rol en asesorar y entregar servicios regulados por la ley a las empresas. Se trata de una tarea de alta especialización, por una serie de riesgos poco frecuentes o, incluso, desconocidos en otras actividades económicas. La altura, el clima, el aislamiento, la problemática acústica, el manejo de maquinaria pesada y muchos otros factores influyen en la especial preocupación sobre este tema.

La propia industria minera ha alentado el desarrollo de tecnologías que ayuden a minimizar los riesgos de accidentes o enfermedades profesionales. Se trata de un tema grabado en la historia de Chile, desde los tiempos en que un canario en una jaula alegraba con su canto a los mineros de Lota. Al mismo tiempo, el pajarillo les brindaba seguridad de estar a salvo del fatal grisú. Obviamente, con el avance de la tecnología ya no se necesitan aves en las minas. Los modernos detectores electrónicos tienen un olfato mil veces más desarrollado que esos sacrificados canarios.

“Los accidentes del trabajo, así como las enfermedades profesionales afectan directamente a la rentabilidad de las compañías. En lo económico, dado el costo que supone la pérdida de horas de trabajo, la pérdida de activos o las posibles indemnizaciones derivadas de accidentes o enfermedades laborales, por nombrar algunos de ellos. Por otro lado, está el deterioro de la imagen y credibilidad de una empresa que presenta altos índices de siniestralidad”, comenta Raquel González, ingeniero de desarrollo de la División de Seguridad Personal de 3M Chile.

Sernageomin busca llegar a "Cero Accidentes" en el sector minero. 
Según los catastros de Sernageomin, 24 víctimas se registraron en 2010 en la gran minería, mientras que en 2013 estas empresas bajaron la cifra a la mitad. La mediana minería pasó de seis a tres casos, en tanto las empresas más pequeñas disminuyeron de 15 a solo tres los trabajadores afectados.

“Las estadísticas nos enseñan varias cosas. Como que el 71% de los accidentes del año 2013 se produjeron en faenas de la gran y mediana minería, mientras que el mayor porcentaje de reducción en el volumen de accidentes se verificó en la pequeña minería, con un 57%”, expuso Yancko González, subdirector de Minería de Sernageomin, durante una reciente visita a Antofagasta, con ocasión de un encuentro empresarial.

Entre enero y mayo del año en curso, las fatalidades de la minería acumulaban nueve casos. De ellos, siete fallecieron en faenas subterráneas, tres en planta y uno en taller. Del total, ocho trabajadores perecieron por caídas de rocas, dos por accidentes con equipos y uno por medios de transporte (en realidad, un tractor de orugas para movimiento de tierra).

En este contexto, las autoridades han desarrollado una estrategia denominada “Visión 0 Accidentes”, que en palabras del subdirector de Minería de Sernageomin consiste en focalizar y potenciar los recursos del Estado y del sector privado “para disminuir los riesgos en las actividades para alcanzar un nivel lo más cercano al óptimo, es decir, cero”. Y agrega: “pensamos que llegar a tener cero fatalidades en la minería es posible”.

Yancko González revela que -aunque la percepción pública indique lo opuesto- la minería en Chile presenta los niveles de accidentabilidad más bajos entre los sectores más influyentes de la economía. El año pasado, el rubro minero registró 1,5 accidentes por cada 100 trabajadores, por encima del sector Electricidad, Gas y Agua, con 1,9; y Servicios, con 2,9.

Sin embargo, el directivo subraya que el impacto en la productividad se ha triplicado en la minería, comparando las estadísticas sobre los distintos sectores económicos que recopilan las mutualidades y la Superintendencia de Seguridad Social. Mientras en 2004, un accidente minero implicaba la pérdida de 13,5 días de trabajo en promedio, durante 2013 este índice trepó a 38,5 días (o sea, un aumento de casi 300%). En el mismo período, la construcción pasó de 10,5 a 19,1 días (menos del doble). La media del país también creció aunque a un ritmo mucho menor, pasando de 11,8 a solo 17,3 días perdidos por accidente (poco más del 50%).

Para alcanzar los objetivos, el Sernageomin se propone realizar 12.200 inspecciones antes de finalizar 2014, superando en casi 10% las inspecciones del año anterior. Este año el número de inspectores también se incrementará en 21% y las labores de capacitación sumarán 1.800 nuevos monitores de seguridad, “con lo cual –concluye el subdirector- llegaremos a tener más de 9.700 monitores formados en los últimos ocho años”.

En la práctica, se enfatizará una mejora sustantiva en la calidad de la fiscalización de los funcionarios del servicio. “Entre las medidas se contempla mejorar los estándares de la función fiscalizadora, aumentar la cobertura y desarrollar convenios con otras entidades públicas para atender las necesidades de la pequeña minería”, explica el directivo. Además se fortalecerán las investigaciones de accidentes, se reforzará el proceso de regularización de faenas y se hará un seguimiento de los hallazgos detectados.

González asegura que para garantizar el éxito la estrategia “Visión 0 Accidentes”, el Sernageomin buscará redefinir la imagen del organismo entre las empresas objetivo de su vigilancia. “Queremos que el Sernageomin sea percibido como un servicio cercano. Cada funcionario tiene que ser estricto en velar por el cumplimiento de las normativas, pero también muy generoso al compartir información y asesoría técnica”, explica.

En la actualidad, la principal regulación es el Reglamento de Seguridad Minera (Decreto Supremo nº 132 del Ministerio de Minería), donde se establece el marco regulatorio general al que deben someterse las faenas de la Industria Extractiva Minera Nacional, complementado con el Reglamento sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales Básicas en los Lugares de Trabajo (Decreto Supremo n°594 del Ministerio de Salud).

Rodrigo Barahona, especialista senior minería de la ACHS.

“La minería es la actividad económica que tiene los mejores índices de accidentabilidad del país”, refrenda Rodrigo Barahona, especialista senior en minería de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS). “Es un rubro que ha trabajado bastante y tiene controlada esta problemática”, acota.

Sin embargo, hay mundos distintos en el rubro. Si bien la gran minería ha internalizado las recomendaciones y normas dictadas por el gobierno, “en la mediana y, muy especialmente, en la pequeña minería, el tema es más complejo y queda mucho por avanzar”, asevera.

Pese a lo anterior, la gran minería no puede descuidarse. Hay yacimientos con 400 contratistas insertos en sus procesos. Y el control de un sistema de esa magnitud puede resultar complejo. “El mandante debe encargarse de alinear el modelo de gestión de ese contratista para que dé cumplimiento a los estándares y no afecte los indicadores generales de la obra”, expresa el experto de la ACHS.

En este sentido, la gerente de la Mutual explica que “los riesgos inherentes a esta actividad implican que los accidentes sean comparativamente más graves o con resultado de muerte. Por eso, si bien la accidentabilidad es baja, la tasa de mortalidad es más elevada”.

En el ámbito de la salud ocupacional la situación minera también presenta peculiaridades. Las patologías que más se observan son la sordera profesional, la silicosis, sobre todo en los pirquenes de la Tercera y Cuarta Región, y la hipobaria intermitente, también conocida como “mal agudo de montaña”. Incluso, el trabajo en altura implica un mayor nivel de riesgo a los efectos de los rayos UV.

María Elisa León, Mutual de Seguridad.

La hipobaria corresponde a un síndrome típico de los trabajadores de la minería en montaña, de faenas sobre los 3.000 metros sobre el nivel del mar, que al terminar sus turnos se trasladan a ciudades a baja altura, muchas veces en la costa. “Esta intermitencia se ve en pocos países del mundo”, destaca la gerente de la Mutual. El “mal agudo de montaña” en la mayoría de los casos se manifiesta en forma leve, con cefaleas, disminución del apetito y mareos. “Son muy pocos los que llegan a condiciones graves, como el edema pulmonar o el edema cerebral”, precisa, aunque falta una estadística específica al respecto.

La falta de oxígeno o hipoxia ha sido estudiada con atención por los especialistas, ya que repercute en una disminución de los niveles de concentración durante la ejecución de tareas en la mina, aumentando el riesgo de accidentes. Varias tecnologías han demostrado ser de utilidad, como sensores que vigilan los parpadeos y los movimientos oculares de los conductores de camiones o grúas. Se trata de dispositivos en los anteojos. Si la persona se duerme, el sistema emite una señal a un sistema de monitoreo, desde donde se activan las medidas de emergencia. Estos sensores han reemplazado los que anteriormente detectaban la inclinación de la cabeza del conductor de una maquinaria, el famoso y a veces mortal “cabeceo”.

Aunque reconocen que son un avance, los expertos en seguridad prefieren no confiar íntegramente en la tecnología para garantizar el éxito de una política de prevención de accidentes. “Por ejemplo, el sensor puede funcionar y hacer sonar la alarma, pero bastará que el operador cierre los ojos por dos o tres segundos para que el accidente se produzca”, sentencia María Elisa León.

“Para prevenir esta condición de somnolencia lo más efectivo es propender a que el trabajador tenga un buen descanso”, acota. Y en este ámbito, las mineras también han buscado soluciones, como equipos de oxigenación para los dormitorios y estaciones de descanso. “Otra medida eficaz no requiere una gran inversión en tecnología, sino que consiste simplemente en cuidar una alimentación liviana antes de dormir”, dice la experta.

Respecto a la exposición a la radiación solar, en áreas específicas -como rajo abierto- la protección contra los rayos ultravioleta “se considera la más importante a la hora de evaluar los riesgos a la salud”, comenta Pablo Embry, gerente de la empresa Espec. Explica que el énfasis se ha puesto en evitar el daño de la piel en pies, manos y cabeza. “El sol trabaja todos los días del año, más aún en el norte”, advierte.

El ejecutivo concluye: “las empresas deben tener conciencia que el cuidado del trabajador es clave para que una empresa sea productiva y más competitiva”.


Basado en artículo publicado en Revista Ingenieros del Cobre, agosto de 2014.

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